Estimados suscriptores del Club del
Lenguaje no Verbal, el artículo elaborado por Raluca Petrican y Cheryl
Grady pertenecientes a la Universidad de Toronto (Canadá) y por
Alexander Todorov de la Universidad de Princeton (USA), que hoy
presentamos, aborda el interesante aspecto de cómo nuestra apariencia
facial influye en los juicios acerca de nuestra personalidad.
Efectuar juicios de carácter basándose
en la apariencia facial influye en las decisiones y en los
comportamientos interpersonales. Para abordar este tema trabajamos con
51 parejas de ancianos casadas desde hace años. Los participantes fueron
fotografiados, mientras se les pedía mantener una expresión
emocionalmente neutra. Se empleó un programa informático de evaluación
facial para generar las puntuaciones de los rasgos de honradez,
dominación y atractivo, basadas en las fotografías de los participantes.
Debido a que la evaluación del potencial
peligro en otro individuo es crucial para el funcionamiento exitoso y
el bienestar, los seres humanos hemos desarrollado mecanismos rápidos,
intuitivos y espontáneos de deducción, basados únicamente en los
atributos físicos de nuestros congéneres. A través de una serie de
rasgos de una persona generamos diversas evaluaciones y juicios
precipitados sobre ella, que suelen permanecer intactos a pesar del paso
del tiempo. Se han documentado algunos vínculos constantes entre la
apariencia facial y la personalidad real de las personas. Los adultos
mayores parecen ser jueces más indulgentes que la gente más joven, no
sólo de su propia personalidad sino de la de otras personas. Los adultos
jóvenes y mayores emplean señales faciales similares a la hora de
inferir la personalidad de un sujeto.
El presente estudio examinó la relación
entre los rostros evaluados por ancianos que llevaban mucho tiempo
casados, con una muestra de imágenes lógicamente muy familiar, y los
analizados por gente que desconocía a las personas que aparecían en las
fotografías. El objetivo era probar si la apariencia facial ejerce un
efecto duradero de los juicios sobre personalidad, incluso para los
participantes familiarizados con el rostro evaluado. Una de las
dimensiones estudiadas fue la de valencia/confiabilidad y fue utilizada
para reflejar las variaciones en la percepción de intenciones positivas o
negativas y para determinar la valencia interpersonal de los juicios
realizados, así como las decisiones posteriores de acercarse o de evitar
un objetivo concreto. Otra dimensión de evaluación empleada fue la de
poder/dominio.
Un aspecto alegre en un rostro está
vinculado a una mayor extraversión de la persona. Existen evidencias de
que una predisposición durante toda la vida para experimentar ciertos
estados emocionales puede hacer que estos permanezcan impresos en la
cara, siendo visibles aun en condiciones emocionalmente neutras. La
sonrisa, por ejemplo, tiende a ser sobreestimada, siendo utilizada en
ocasiones erróneamente como un indicador de mayor extraversión o de
otras características positivas de la personalidad de un sujeto. Los
individuos con una apariencia más digna de confianza recibieron las
evaluaciones de personalidad más positivas, tanto por parte de
desconocidos como por sus propios cónyuges, al margen del tiempo que
llevaran juntos. Comportamientos emocionalmente expresivos, como
sonreír, son indicadores válidos de extraversión y de predisposición
vital a experimentar estados emocionales positivos que quedan impresos
en la cara. Los mayores de edad adulta, sobre todo a partir de los 60
años, experimentan un cambio en los objetivos sociales de los
individuos, tendiendo a perseguir estados emocionalmente gratificantes y
armoniosos en lugar de interacciones sociales competitivas.
La presente investigación
es sólo un primer paso hacia la comprensión de los mecanismos
responsables de los efectos persistentes en la apariencia facial a la
hora de efectuar evaluaciones de personalidad, mucho más allá de la
etapa de las primeras impresiones. La apariencia facial ejerce un efecto
duradero sobre las evaluaciones de personalidad de los cónyuges. Los
rasgos faciales de aquellos cónyuges que llevan largo tiempo juntos se
encuentran de algún modo en desventaja, ya que se interpretan de manera
ciertamente sesgada tras años de posibles conflictos en la relación.
Esta investigación tiene algunas
limitaciones. Una es el uso exclusivo de una muestra de personas
mayores. Hay algunas evidencias de que, en relación a los adultos más
jóvenes, los adultos mayores son más sensibles a las señales emocionales
positivas sutiles, como el de la confianza que puede inferir una
expresión. Una segunda limitación de la presente investigación sería la
falta de criterios más objetivos de comportamiento para evaluar un
perfil positivo de una personalidad global. Estudios recientes
documentan que, en respuesta a la apariencia facial en solitario (es
decir, sin ningún conocimiento adicional del objetivo individual), los
participantes pueden evaluar de igual manera, por ejemplo, a un criminal
de guerra que a un héroe de guerra, a un ejecutivo que ha delinquido
que a uno honesto digno de confianza, a un estudiante ejemplar que a
otro que se dedica a copiar en los exámenes.
En resumen, el presente estudio
proporciona evidencias elocuentes de que la apariencia de la cara ejerce
un impacto generalizado concreto en los participantes, que son capaces
de emitir juicios globales y específicos solo con observar los
diferentes rostros presentados.
Fundación Universitaria Behavior & Law
Traducción: Nahikari Sánchez
Edición: Belén Alcázar